lunes, 10 de enero de 2011

Derrotar a la Tiranía

por Joel Lázaro Carbonell Guilar

Presidente de La Organización de Derechos Humanos “Cubanos Libres

 

3 de Enero de 2011

 
Foto: Joel Lázaro Carbonell Guilar
 

La Habana.  Habido en verdad una tendencia hacia una mayor democratización y libertad en el mundo durante las últimas décadas, sin embargo nuestro país (Cuba) continúa viviendo bajo condiciones de tiranía.

 

Cuba se halla hoy en un estado de cambio rápido en lo económico, político y social; aunque existe un gran riesgo de que al enfrentar cambios fundamentales tan rápidamente, se desplacen en dirección a experimentar nuevas formas de dictadura. Las camarillas militares, los individuos más ambiciosos, los funcionarios, el partido comunista, continuaran imponiéndose. Los Derechos Humanos y políticos básicos les seguirán siendo negados a un gran número de personas.

 

Desafortunadamente, el pasado aun está con nosotros. El problema de esta dictadura es profundo. En nuestro país el pueblo ha vivido experiencias de décadas de opresión. Se les ha inculcado insistentemente la sumisión incondicional a las figuras que detentan la autoridad; las instituciones sociales, económicas, políticas y religiosas de la sociedad han sido deliberadamente debilitadas, subordinadas o aun remplazadas por otras nuevas, y regimentadas. El estado con el partido único dominante las usa para dominar la sociedad.

 

La población ha sido atomizada, incapaces de trabajar juntos para conseguir su libertad, de confiar los unos en los otros y hasta de hacer algo por su propia iniciativa. La población se ha vuelto débil, carece de confianza en sí misma y es incapaz de ofrecer resistencia alguna. Las personas por lo general están demasiado asustadas para compartir su odio por la dictadura y su hambre de libertad ni aun con su familia y amigos. Están, demasiado aterrorizadas para pensar en serio en la resistencia popular, asumen el sufrimiento sin objetivo y un futuro sin esperanza.

 

La visión de que los oprimidos son incapaces de actuar eficazmente es algunas veces correcta por tiempo limitado; con frecuencia la población sometida no quiere la lucha, y esta temporalmente incapacitada para ella, porque no tiene confianza en su propia capacidad de enfrentar la feroz dictadura, y no ve una manera razonable de salvarse por su propio esfuerzo. En consecuencia, confía sus esperanzas de liberación a la acción de otros. Las fuerzas externas: La opinión pública, Las Naciones Unidas, un país en particular o sanciones internacionales económicas y políticas.

 

Las posibilidades más evidentes parecen inútiles. Los dictadores hacen caso omiso de las barreras constitucionales y legales, las decisiones judiciales y la opinión pública. Reaccionando a las brutalidades, la tortura, las detenciones arbitrarias, los abusos; se entiende que todo esto ha hecho pensar al pueblo que solo por la violencia se puede acabar con esta dictadura.

 

Muchas víctimas se han sumado a la oposición para combatir pacíficamente a los brutales dictadores, con el poco poder que se haya podido reunir, y a pesar de tenerlo todo en contra. Algunos nos oponemos valientemente, pagando un alto precio en sufrimientos y en ocasiones hasta en vidas. Nuestros logros han sido considerables, pero no hemos podido obtener la libertad. Individuos y pequeños grupos hemos hecho valientes demostraciones, afirmando principios y desafíos; pero por muy nobles que sean los motivos, estos actos de resistencia han sido insuficientes para vencer el miedo de la gente y su habitual obediencia, condición esencial para destruir una dictadura.

 

Para los integrantes de la sociedad civil o la oposición, la conclusión es dura pero tenemos que encarar la verdad. Si queremos echar abajo esta dictadura con la mayor efectividad y al menor costo, debemos emprender varias tareas como: Fortalecer a la población en su determinación de luchar, en la confianza en sí misma y en sus aptitudes para resistir; debemos fortalecer nuestros grupos y crear una poderosa fuerza de resistencia interna; desarrollar un amplio plan estratégico global para la liberación, y ejecutarlo con destreza; lograr que la atención internacional se enfoque sobre la índole brutal de la tiranía para que los estados extranjeros se involucren activamente con fines positivos. Las acciones internacionales pueden beneficiar y de alguna manera debilitar a la dictadura, pero esto depende primordialmente de nosotros (los factores internos).

 

No vale la pena confiar en el gobierno, debemos confiar solo en nuestras propias determinaciones, ayudémonos nosotros mismos apoyándonos los unos a los otros, fortalecernos cada día, agruparnos y organizarnos, y… ¡Ganaremos!


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